21 marzo 2012

Estrenando y entrenando nuevos hábitos



Vengo de mi primera sesión de entrenamiento. Duró 45 minutos, pero a mi me pareció casi el doble. ¡Y cómo no! Si me he pasado la vida con el trasero aboyado en una silla frente al escritorio, tecleando -antes en una máquina de escribir Olivetti, ahora en una computadora-, comiendo carnes rojas y pastas, trasnochando como un vigilante nocturno, fumando como una chimenea... Por supuesto, en estos menesteres consigo chamuscar mis pulmones e incendiar mis neuronas, pero no quemo ni media caloría.

¿A qué viene empezar a ejercitar el cuerpo a los 50? Nada menos que debido a los siguientes resultados:

Sobrepeso: 10 kilos
Colesterol: 236
Triglicéridos: 198
Cigarrillos: 20 diarios
Todo esto en un metro y medio de estatura. ¡Qué barbaridad!  

Mi madre en seguida reaccionó: -Tienes que ocuparte de ti-, me dijo.
Cuando se tiene una madre como la mía, que además de sabia, imparte órdenes cual si fuesen recomendaciones y encima lo hace con cariño, no hay manera de postergar el cumplimiento del deber.
-Tengo que ocuparme de mi- admití. Eso significaba cambiar radicalmente mis (malos) hábitos, léase alimentación, horario de trabajo, horario de sueño, sedentarismo, postura corporal y vicios.
    
Así que héme aquí, en mi segunda semana de adaptación, yéndome a la cama a las nueve de la noche, levantándome a las cinco de la mañana, aprendiendo a comer en forma balanceada, restringiendo el consumo de carnes rojas a una vez por semana, suprimiendo las grasas de mi dieta, bebiendo muchos vasos de agua al día -tenga o no tenga sed- y trabajando en un horario de gente normal. Penzini Fleury -R.I.P.-estaría encantado ("Correr es vivir"). Dígamelo a mi, que vengo de aplicar este aforismo al revés.

¡Ya no más! Hoy estoy transpirando por todos los poros de mi cuerpo adolorido, pero muy satisfecha, porque superé, sin desbaratarme, esta primera sesión de ejercicio físico. Calentamiento, estiramiento, caminata, ejercicios de piernas y un litro de agua para evitar la deshidratación.

¡Adiós jamón serrano, quesito de cabra, pinchitos de cordero, cochinito horneado, platanitos fritos...! ¿Quién fue el amargado que elaboró la tabla de kilocalorías? Mente sana en cuerpo sano y se jodió la diversión.

¿Lograré hacer de esta actividad un hábito? Honestamente, no lo sé. Lo que sí sé es que nunca estuve más decidida a ello, y para asegurarme de no desistir, recurrí a un entrenador, porque conociéndome como me conozco, la única manera de que mantenga la constancia y la disciplina, es si me comprometo en serio con alguien que, a su vez, se comprometa en serio con mi objetivo.

Mi entrenador es un tipo estupendo. Se llama Levi, tiene un cuerpo como hecho a mano, es un profesional en la materia y se comporta como un dictador mientras trabaja. Eso me gusta. Me hace sentir como se siente Rocky cuando su manager, el viejo Mickey Goldmill, le exige cada vez más durante los entrenamientos. De hecho, el personaje Rocky y la escena en la que sale a correr por las calles y los niños empiezan a seguirle mientras suena el tema Gonna Fly Now son una inspiración para mi.

Gracias a mi buena amiga Lupe por recomendarme a Levi, y también por fungir de Pepita Grillo para que no me desvíe de la meta. Tan en serio estoy asumiendo este asunto, que ya me inscribí para participar en la Caminata 5K del Excelsior Gama el próximo 15 de abril. Si algunos de ustedes se animan, aquí está el enlace a la información: Asdeporte.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Entradas RSS